Hace un poco más de dos
semanas y no me deja este pensamiento: “Nuestro Pueblo paraguayo está sufriendo
demasiado”. Y, cuando voy visitando los
campamentos o hablo “Demasiada pobreza, demasiado sufrimiento”.
Sufrimiento pasado
cuando, según me contaron, no se creían las autoridades la emergencia y los dejaron a
sus propias fuerzas huyendo del agua que subía demasiado deprisa.
Sufrimiento, ahora y
hoy, cuando poco a poco baja algo el agua, pero los inundados tienen por
delante el horizonte oscuro de un futuro de mucha pobreza.
Y me pongo a pensar
mucho.
¿La psicología
política no tiene nada que decir para
alegrar y humanizar la vida de estas muchedumbres de inundados del Paraguay?.
¿Para circunstancias
como estas las autoridades no tendrían algo más que hacer o decir que llevarles
algunas vez un kit con alimentos?. ¿Acaso no son seres humanos que además que
comer tienen otras necesidades de alegría, esparcimientos, futuro etc…?.
Pero vayamos al fondo
de este sufrimiento de nuestro pueblo.
El gran fallo de nuestra sociedad está en la enorme brecha
existente entre unos pocos y más de la mitad de los habitantes del
Paraguay. Desde hace años estamos
carentes de políticas pública en favor de los que tienen menos. Y cuando se les
ha ayudado a esta clase social empobrecida ha sido desde la politiquería
partidaria para ganar unas elecciones.
Repito una vez más lo que dice el informe demoledor de OXFAM. “El poder y los privilegios se
están utilizando para manipular el sistema económico y así ampliar la brecha
dejando sin esperanzas a cientos de millones de personas pobres. El entramado
mundial de paraísos fiscales permite que una minoría privilegiada oculte en
ellos unos 7,6 billones de dólares. Para combatir con éxito la pobreza es
ineludible hacer frente a la crisis de la desigualdad”
Este tiempo de
emergencia es tiempo de tomar decisiones concretas. No lo perdamos.
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