Y este incumplimiento es algo que está no solamente en el ambiente general sino que,
con mayor culpa, existe en las
autoridades que tenemos.
Es una contradicción tremenda
que los elegidos por el pueblo para dar leyes sean los que más frecuentemente
se las saltan. Inclusive, haciéndolos quedan impunes por aquello de los fueros
y por aquel desgraciado dicho expresado en alguna ocasión por ellos “Es un
chancho, pero es un chancho de nuestro
corral”. Impunidad asegurada.
Sin embargo, en una democracia formal como la
nuestra, también hay que hablar de la activa desobediencia civil.
La desobediencia civil es un mecanismo de protesta social que
se caracteriza por la negación de ciertos contenidos de la legalidad. Más
claro: todo acto de desobediencia civil es un acto de desobediencia a una ley.
Pero, atentos, no todo acto de desobediencia a la ley es un acto de
desobediencia civil.
Condiciones para que un
acto de desobediencia la ley sea un acto
de desobediencia civil: que sea un acto de desobediencia público,
no violento, consciente, realizados con la intención de frustrar leyes -
al menos una - para promover un cambio
social que no se puede lograr de otra manera.
La desobediencia civil
es directa cuando consiste en la violación de una norma jurídica que en sí misma es considerada injusta. Es indirecta
cuando se desobedecen leyes en sí mismas válidas, como la de tránsito, para
protestar y plantear el propio caso, cuando no hay otro medio de objetar los
programas del gobierno directamente.
Muchas
de nuestras manifestaciones incluyen este tema de la desobediencia civil. Sería
interesante que tanto los protagonistas
como el gobierno profundizáramos bien en este tema
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