miércoles, 14 de octubre de 2015

NADA VALE MÁS QUE LA VIDA



Ayer daba gracias a Dios por la Vida. Nada vale más que ella y una vida larga es una bendición, que siempre deseo para todos. Y hay que ser agradecidos y compartir este bien.
Hoy, cuando comienza un  nuevo período de mi vida, que podríamos titular los “últimos años”, que pueden ser muchos o pocos, pues es Dios el que tiene la fecha  de su llamada,   vuelvo a repetir  que “nada vale más que la Vida”.
Por eso,  mirando hacia delante tengo que estar en ella y librarme de   aquello que pueda desperdiciarla.
La Vida es la moneda más grandiosa que tenemos. Y todo lo que hacemos, compramos, planificamos, soñamos, alcanzamos  o rechazamos, se va a pagar con tiempo de Vida.
Por eso, lo primero que pido a Dios es  saber vivir  este tiempo vital. Eso no significa trabajar lo más que pueda, hasta reventarme. Tampoco descansar lo más que pueda hasta aburrirme. Y mucho menos   es preocuparme excesivamente  en cuidarla y volverme  narcisista.
Significa crecer personalmente  en Humanidad. Significa defender a todo el que es herido en Humanidad. Un caso asunceno son los crucificados que llevan  ciento y seis días así  por culpa de un Ministro de Trabajo y un diputado empresario ávido de plata. Significa luchar  para expandir, hacer crecer y triunfar lo más posible toda causa verdaderamente humana.
Sí, con la ayuda de Dios, logro emplear de este modo la  vida que me resta, habrá sido una vida  plena. Habré hecho  lo que tenía que hacer. No soy por ello digno de  ninguna mención especial. Pero, será  la Vida más alegre y esperanzadora hacia ese otro estadio de VIDA, con mayúscula, al que todos estamos destinados.
Y, todo  esto solo no podré lograrlo, por lo que pido humildemente la ayuda y el apoyo y la corrección de los que me rodeen.


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