Los tres términos escritos para el ex Presidente del Uruguay Pepe Mujica constituyen un laberinto que llega a ser muchas
veces un callejón sin salida. Escuchándole hablar de este tema, me quedé
pensando.
La inversión de bienes, muchas veces del
extranjero, es algo necesario. Ella crea rutas, fábricas, construcciones, etc…
y con todo ello trabajo. Y esta necesidad brota
de la falta de plata nacional para tantos emprendimientos urgentes. Alguna
plata tenemos a este nivel pero la falta de patriotismo de sus dueños prefieren
invertirlas en el extranjero. No se fían de sus conciudadanos.
Siempre las inversiones acuden donde van
a ganar más y con ello aumenta la concentración de las riquezas en pocas manos.
¡Qué problema!
Porque las inversiones además exigen
ventajas, sin ellas no vienen o se van a otra
parte.
Pero, sin inversiones no hay trabajo y
crece la pobreza y la desesperanza. Y las protestas y se desestabiliza la
nación.
A la inversión hay que cuidarla, porque
la necesitamos, pero también exigirles porque un trabajo sin leyes
laborales justas nos convierte en esclavos en su traducción moderna de
dictaduras.
Por otra parte, la inversión decíamos
que acumula plata y su tendencia
es llevársela toda a su país o a donde rinda más.
¡Qué equilibrio tiene que hacer el
gobernante entre estas tendencias contradictorias!
¿Qué hacemos?
Pepe Mujica no da recetas. Esta encrucijada la supera a todas. Por eso su respuesta es
orientadora: “Necesitamos respuestas globales y no perdernos en detalles
pequeños”.
En concreto: todo lo que hay que limitar, conceder, orientar, legislar y decidir en este encuentro de estos tres términos tan
contrapuestos (inversión, trabajo, concentración de la
riqueza) tiene que tomarse a nivel
global y en esto ponerse de
acuerdo todos, así se avanza. De otro modo la inversión
concentradora de riquezas irá solamente a la parte más débil para sacar el
mayor provecho.
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