miércoles, 19 de agosto de 2015

NADIE ES TOTALMENTE MALO, NI BUENO


Lo cual significa que tenemos que vivir entremezclados durante  la vida como el trigo y la cizaña. Inclusive con la variante  de que los  buenos nos podemos volver malos o  viceversa en algunos aspectos concretos o en distintos tiempos de la  vida.
Todo esto significa mucho de humildad (todos podemos fallar), mucho de mutuo de respeto.  También mucho de cuidado para no ser usados. Aquellas palabras de Jesús “Sean  sencillos como palomas, pero  astutos como serpientes”  no han perdido actualidad.
Voy a aplicar todo eso a un caso concreto.
Como Iglesia que somos todos los católicos hemos de relacionarnos con todos. Es la regla de la  vida (sencillos, como palomas).
Pero existe el Poder y no olvidemos aquel dicho de que “el poder corrompe, y cuando es mucho, también  corrompe mucho”. Y si, además,  a esto añadimos aquello del  “usar y abusar” o lo que “el fin justifica los medios” o las experiencias de mala memoria entre la  Iglesia aliada con el Poder o el Poder comprando a la Iglesia,  resulta que aquello de “astutos como serpientes” hay en la actualidad que tenerlo en cuenta.
La agenda de la visita del  Papa es un ejemplo. Al final, por influencia del Poder,  fueron excluidos campesinos, indígenas y pobladores de Concepción y sobraron canciones, danzas y presencia estatal.
Y, cuando el Papa marchó, sobraron agradecimientos hacia el estado o aquella colaboración para erradicar la pobreza, que no se hace con kits de comida y algunos animalitos sino con una verdadera Reforma Agraria Integral.
Tenemos que vivir entre buenos y malos y esa es la ley de la    vida.
Pero, en la relación entre  el Poder constituido  y la Iglesia la relación tiene que ser cuidadosa, sobre todo cuando el Poder  no sirve al Bien Común o se olvida de los pobres. Aliándonos podemos traicionar o disminuir la Buena Noticia del Evangelio.



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