lunes, 27 de abril de 2015

JUAN PABLO II IBA A VISITAR CONCEPCIÓN


Concepción era el destino del Papa para encontrarse con el campesinado pobre de todo el país. La  reunión se haría en el predio del campo de exposiciones de la Asociación Rural del Paraguay.
Sin embargo Mons. Anibal Maricevich, días después,  recibió una llamada telefónica, en la que se le anunciaba  escuetamente que el Papa no iba a Concepción. Era  decisión del Gobierno.
A pesar de la  dictadura, Concepción se declaró en rebeldía. Se realizaron marchas, paneles, celebraciones y asambleas de reclamo y protesta por la no venida del Papa  que sumaba otro hito a su permanente marginación.
 La causa, esgrimida por el gobierno, era que Maricevich aprovecharía la ocasión para atacarle “Moo piko ko’a añara’y oikuaata mba’épa ha’éta ko che jepe ndaikuaái gueteri ha’e va’era” refunfuñaba Monseñor Maricevich, cuando estaba preparando su ponencia de cinco minutos de duración.
Lo sucedido con la visita papal está fresco en la crónica periodística.  En seis ocasiones mencionó a la “querida Diócesis de  Concepción” y, en el encuentro privado con los obispos, le regaló al prelado concepcionero un cuadro de la Virgen de Chestokova,   que hoy luce en  la Catedral de Concepción.
Por supuesto que el Papa Francisco nada tiene que ver con estas reminiscencias que marcan la exclusión y sufrimiento de nuestro pueblo cristiano.
Pero sí el Gobierno y la Conferencia Episcopal Paraguaya tienen la obligación moral de acompañar el pedido  del obispo Miguel Ángel Cabello y el clamor de los habitantes del campo y de la ciudad del primer Departamento y de los del Amambay, San Pedro y Chaco, para que el papa Francisco ahora visite Concepción.
 ¿Qué excusa se presentará esta vez? ¿El EPP? ¿Cuestiones económicas? ¿Miedo a que se conozca lo que sucediendo en este departamento?
En la dictadura stronista se dijo que no había aeropuerto.
Edito el escrito enviado por Benjamín Valiente y Mons. Pablo Cáceres.

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