jueves, 12 de febrero de 2015

JESÚS HABLABA Y HACÍA FELICES


Recomiendo como lectura religiosa para este año el comentario del teólogo José Antonio Pagola sobre el Evangelio de Marcos. He regalado algunos ejemplares y el comentario es, después de haber pasado algunos meses, “fue el mejor regalo de mi cumpleaños”.
Allí he encontrado lo que hoy les cuento.
Los primeros cristianos enseguida cayeron en la cuenta: “Jesús hablaba y hacía felices a todos los que le rodeaban”. Y como en la clase pobre a la que él pertenecía abundaban en demasía, los necesitados, los hambrientos, los enfermos, los discriminados, los leprosos de alma y de cuerpo, Jesús hablaba y “sanaba”.
Jesús dejaba todo para responder a las necesidades de las personas.
Con los siglos ese grupo de cristianos fue creciendo y aparecieron las persecuciones que mataban o los ataques de pensamiento y palabra para enturbiar y desacreditar lo que enseñó. La iglesia se dedicó a defenderse y a elaborar una doctrina sólida y, en cierto modo, descuidó esa sanación a la que Jesús le daba tanta importancia.
Paradójicamente,  hoy, cuando la técnica ha llevado una minoría de la humanidad a una vida súper rica y a una mayoría a una pobreza súper angustiosa, esta “sanación” de Jesús vuelve a primer plano.
Pagola lo dice con claridad “La medicina moderna se ha centrado en curar órganos y reparar disfunciones, pero la persona es mucho más que un “caso clínico”. No basta curar enfermedades y dolencias. Es el ser humano el que necesita ser sanado”.
Y este hecho puede abrir un horizonte  nuevo  para la Fe. Se está abriendo el camino  hacia una forma renovada de creer y de experimentar al Dios del que nos habla Jesús como una fuerza sanadora y auxiliadora. En este sentido es necesario descubrir entre  nosotros cual sería la sanación que como Pueblo más necesitamos.

El artículo de mañana es  “¿En el 2015  se juega el 2018?”.

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