martes, 1 de abril de 2014

HACE CINCUENTA AÑOS


 



Me van a permitir que  comparta con Uds. un aniversario para mí muy importante.
El dos de abril de 1964,  celebración de mi santo ara, llegué por vez primera al Paraguay. Hace cincuenta años.
Fue una tarde de gran lluvia  sobre Asunción. “Parece que el cielo echaba agua  con una manguera de los bomberos”,  dije admirado.
Llegaba al Paraguay sin saber casi nada del  país. Aquel día fue como   mi segundo nacimiento. Y, como en todos los nacimientos, “el niño”, tenía entonces 36 años, abría los ojos,  miraba y escuchaba.
Fue el mejor mérito que tuve entonces. Todo era  nuevo y de todo aprendía.
Desde  mi trabajo  en el colegio de Cristo Rey y profesor en la Universidad Católica, escuchaba de todo. Lo más que llegaba a decir era “Lo que me dices  lo voy a pensar esta noche con la almohada y mañana te lo comento”. Al día siguiente lo comentábamos. “Me parece que en un 60% estoy de acuerdo”. Y todo eso entraba desde entonces en mi conocimiento adquirido.
Al cabo de un año aprendí tanto de aquellos jóvenes que ya era yo quien les decía cosas nuevas y ellos los que me decían que necesitaban tiempo para   aceptarlas  o no.
Nunca agradeceré lo suficiente lo mucho que aprendí de aquellos profesores de 17 o 20 años.
Y con aquel aprendizaje  comenzó mi vida en el Paraguay. Cinco años después fue mi vida como ciudadano Paraguayo. Y dos meses después mi  vida como exiliado paraguayo  que duró 27 años. Demasiado.
Una cosa es clara, hace cincuenta años yo nací a una cultura, a un Pueblo, a una opción de vida y de personas  que, a pesar haber pasado tanto tiempo, no desaparece sino que cada día va creciendo y la quiero más.
Perdonen que les haya quitado dos minutos con estos recuerdos. Pero, tenía necesidad de decirlo a mis amigos y compañeros.


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