lunes, 26 de noviembre de 2012

JUAN DIAZ BORDENAVE



                                
Cuando fallece un amigo me cuesta trabajo escribir y  tengo que esperar días para serenarme. El amigo está con Dios  en el cielo lo cual es formidable, pero aquí en la Tierra seguimos nosotros con un hueco difícil de llenar.
En Juan admiré siempre que era un hombre esencialmente bueno y acogedor  al que daba gusto acercarse. Se encontraba uno siempre con una sonrisa y un abrazo. Una muestra de lo que se le quería fue la entrevista virtual que tuvimos con él la noche de su despedida. Fue emocionante.
Este hombre bueno quería mucho al Paraguay. La poquedad del Parlamento Nacional no supo apreciar sus dotes y no le nombró embajador en Bolivia. Optimista como era, hablar con él de problemas políticos daba esperanza, cosa muy apreciada en estos momentos.
Para colmo era un gran comunicador. Antes d e irse me encargó escribirle la introducción a su libro sobre la Participación. Este tema en las actuales circunstancias lo rechazan los políticos que no quieren ver a la ciudadanía activa. Debieran de leer este libro.
Finalmente existe algo  que para muchos ha pasado inadvertido. Juan Díaz Bordenave fue un gran cristiano. Uno de esos cristianos  del futuro. En él ya ví comenzanda   la Iglesia que un día será realidad. En muchas ocasiones conversamos sobre su comunidad en Rio de Janeiro. Escuchándolo me llenaba de esperanza religiosa.
La última palabra que le escuché  la víspera de irse a Brasil, fue decirme en el hospital. “Cuento con tus preciosas oraciones”. Aquello me tomó de improviso. “Lo de preciosas no sé, le respondí, pero que serán oraciones por tu salud lo van a ser”.
Acabo y le retrueco su última  petición.
“Juan, ahora sos vos el que tiene que hablarle a Dios de todo nosotros los paraguayos y paraguayas. Necesitamos oraciones  en el cielo ante el Padre Dios porque estamos en un momento malo”.
               
                     EL NOVENARIO DE CAACUPE
Algo que todos los años hace un gran bien a los católicos y al que todos volvemos los ojos para   escuchar lo que nos dicen nuestros obispos. Y este año, por las circunstancias, despierta aun mayor interés. La confusión existente y la debilidad de nuestra esperanza, hace que busquemos más una guía que nos ayude
En el año de la familia, quizás se elija este tema que  es de actualidad. La crisis se ha cebado en la familia. Y, en cualquier problema  que tratamos, al querer descubrir  sus causas, acabamos con la frase “¡Qué mal anda la familia¡”. Y es ciertamente verdad.
Por eso va a ser necesario que los sermones del novenario de la Virgen de Caacupé sobre la familia  entren en POLÍTICA  con mayúsculas. No en política partidaria, sino en POLÍTICA   con mayúsculas.
 O sea que en temas sobre la familia en su  Fe,  pobreza,  unidad, droga que la destroza… etc, vayan al fondo de la cuestión   y que se trate con amplitud de miras en un mundo cada día con mayor diversidad.
En estos momentos las personas, también  necesitan luz sobre  hechos que han sucedido entre nosotros y de los que solamente se da en los Medios de Comunicación una versión distorsionada o el silencio   (golpe, Curuguaty, huelga de hambre, cerco mediático..). Queremos  saber desde la Iglesia sus causas últimas  y descubrir las mentiras intermedias que hacen que el sistema nos engañe. Demasiados males tenemos como para no querer más que una actitud objetiva y valiente en la Iglesia para comenzar como Pueblo creyente, organizado en familias,  a caminar.
Y esto es lo que  queremos  de nuestra  Iglesia en el novenario. Y es lo que pedimos recibir los paraguayos y paraguayas de manos de nuestra Madre María de Nazaret, la madre de Jesús  en su advocación de Virgen de Caacupé.
Por eso esperamos con ilusión el contenido de  esta Novena.

1 comentario:

  1. gracias pai oliva por sus lindas palabras!.. tal cual! el querido tio papi era un hombre ejemplo y un gran cristiano!.. de esos que necesitamos mucho en nuestro bello y bendecido pais!.. tengo FE en que asi sera!.. tio papi le va a hablar a nuestro PAPA DIOS de su amado PARAGUAY!.. Dios nos bendiga!

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