viernes, 28 de octubre de 2011

LA AUTORIDAD AL SERVICIO DE TODOS

Cada ser humano tiene el derecho de pertenecer a una parte de la sociedad (partido político), pero también el deber de, cuando es constituido en autoridad, gobernar para bien de todos, los que le votaron y los que no lo votaron.

Por eso, y como un símbolo, en su despacho de gobierno solamente ha de haber una bandera: la paraguaya.
Por desgracia, esta amplitud de gobierno con frecuencia falta entre nuestras autoridades.

Y sus manifestaciones son notorias: a favor de una parte y no de otra, y cuando hay problemas se es duro con los que considera adversarios y condescendientes con sus partidarios.


Esta desigualdad siempre es una falta grave de gobierno, pero cuando los que dependen de esa autoridad son jóvenes de colegio o inclusive de una universidad, el mal que se hace es demasiado grande.

Un caso reciente es la denuncia desde una Facultad a la Fiscalía a un grupo de profesores, alumnos, e inclusive a personas que actualmente no están en dicha facultad.

De no estar probado fehacientemente en su totalidad el presunto delito, por exageraciones, equivocaciones o malas interpretaciones, se vuelve automáticamente como grave acusación contra la autoridad que tan ligeramente actuó.

Y si, sin fundamentos, se hacen sumarios con pérdida de la carrera o puestos de trabajo, la Justicia tendrá que intervenir.

NO SIEMPRE SE CUMPLE EL ARTICULO 19

Fue escrito con la experiencia de la falta de la libertad de opinión y de expresión pública en tiempos del stalinismo soviético, del nazismo alemán y de las dictaduras que había en América Latina.

Concretamente dice el articulo 19 d e la Declaración Universal de los DD.HH. “Todo individuo tiene derecho a la libertad d e opinión y de expresión, este derecho incluye el d e no ser molestado a causa de sus opiniones….”. Y en el artículo 20 se completa: “Toda personas tiene derecho a la libertad de opinión y de asociación pacíficas”.


En el Paraguay se tiene una triste experiencia de cómo no se cumplieron los dos artículos. Brutalmente en tiempos de la dictadura de los 35 años y corrompidamente, en tiempos de de una transición mau.

Y estos días he conocido un caso de impedir que opine en libertad y se asocie un grupo de jóvenes libremente en una Universidad.

Un centro de estudiantes tiene la representación oficial de todo el estudiantado, pero no tiene derecho a impedir la disidencia de opiniones ni que existan otras asociaciones en esa facultad. Y menos todavía el acudir en la práctica a aquello de que el fin justifique cualquier medio como el patoterismo, la mentira o el apoyar el sumariado de profesores y compañeros, para mantener la hegemonía. Esto me recuerda tiempos que debieran de haber desaparecido.

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